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MARRAKECH

MARRAKECH

Ciudad Imperial

Dentro de los muros rosados de la medina yace un mundo que no se aleja mucho de estas imágenes; un laberinto de callejuelas que desembocan en exuberantes jardines y oscuros pasajes que conducen a bulliciosos zocos. El corazón de la ciudad es la plaza Jemaa-el-Fna, un extraordinario lugar de reunión y centro social por excelencia que ofrece cada atardecer escenas que han cambiado poco desde los tiempos medievales. Dominando el panorama se encuentra la mezquita Koutoubia, el edificio más alto de la ciudad y un recordatorio de la importancia del Islam en las vidas de los habitantes de Marrakech.

Junto con Meknes, Fez y Rabat, Marrakech es una de las cuatro Ciudades Imperiales de Marruecos. Fue fundada en 1062 por los almorávides y pronto se convirtió en la capital de un imperio islámico que se extendía desde la Península Ibérica hasta el oeste de África. La conquista almorávide del sur de España dio lugar a un intercambio cultural que dotó a este remoto enclave desértico de un ambiente cosmopolita similar al de Al-Andalus.

Tras una sucesión de dinastías reinantes, los almohades dejaron un gran legado arquitectónico con ejemplos como las mezquitas Koutoubia y el Mansour. Después llegaron los merinidas, que pusieron todo su interés en la ciudad de Fez, condenando a Marrakech a un periodo de decadencia y olvido. Sin embargo, la llegada de la dinastía de los saudíes devolvió a la ciudad todo su antiguo esplendor. El comercio volvió a florecer y se construyeron las magníficas tumbas saudíes que todavía hoy se pueden admirar. El posterior periodo de gobierno alauí volvió a sumir a la ciudad en una etapa de decadencia. A principios del siglo XVII, el gobernante Moulay Ismail llegó incluso a arrancar todo el oro y mármol del maravilloso Palacio el Badi para embellecer su nueva capital, Meknes.

Las influencias francesas de principios del siglo XX son patentes en el centro comercial de estilo Art Deco de el Guéliz, al noroeste de las murallas de la ciudad. Sin embargo, el legado más significativo de la dominación colonial es el idioma francés, que aún es hablado por los marroquíes. Tras la II Guerra Mundial, Marrakech atrajo a todo tipo de personajes occidentales que dejaron su huella en la ciudad. Winston Churchill, Yves Saint Laurent y los Rolling Stones convivieron codo con codo con escritores americanos de la generación beat, hippies y todo tipo de viajeros curiosos.

Hoy en día, el centro de toda actividad sigue siendo Jemaa-el-Fna, que recobra la vida al anochecer, cuando se llena de colores, olores y ruidos, bailarines, tragadores de fuego, acróbatas, encantadores de serpientes y adivinos. Todas las noches se montan mesas en las que se sirven kebabs, caracoles cocidos, deliciosos taginesy todo tipo de platos apetitosos. Alrededor de la plaza se extienden los oscuros callejones que conforman el zoco, un enorme mercado en el que se venden hierbas, pócimas, alfombras, velas, joyería, especias, carnes y artículos de metal.

Marrakech es una ciudad islámica en una sociedad dominada por los hombres, aunque Marruecos es uno de los países musulmanes más liberales y el gobierno trata por todos los medios de dar una imagen de progresismo. El rey Mohammed VI está fomentando activamente la educación de las mujeres y de grupos desfavorecidos como los beréberes, la población indígena de las montañas del Atlas.

Marrakech está situada a los pies de la cordillera del Alto Atlas, cuyos picos permanecen nevados durante la mayor parte del año en contraste con el entorno desértico que rodea la ciudad. Los veranos pueden resultar abrasadores, pero los inviernos son fríos y luminosos, mientras que el otoño ve la llegada de deliciosos productos frescos a los mercados y la primavera cubre las montañas de flores.

Qué Ver

Visión general


Marrakech es más una ciudad de colores, sonidos y olores que de grandes monumentos. Las laberínticas calles del zoco son todo un asalto a los sentidos y pueden llegar a resultar frustrantes para más de un viajero; Marrakech no es una ciudad para visitar con prisas. Sin embargo, la zona de la medina es sorprendentemente compacta y parte del encanto reside en caminar por las calles sin saber qué sorpresa depara el paso siguiente. No es necesario un guía para visitar la ciudad y desde la introducción en 1999 de la policía turística, los visitantes reciben cada vez menos presiones para contratar los servicios de guías locales. Cualquier visita se centrará con seguridad en la zona de la medina y la plaza Jemaa-el-Fna. Muchas de las principales atracciones se encuentran a poca distancia a pie de la plaza, mientras que el resto puede visitarse por medio de un taxi. La mezquita Koutoubia es el principal lugar de oración de la ciudad y la entrada está prohibida a los no musulmanes. No obstante, es posible apreciar su arquitectura desde sus jardines, que están abiertos para todo el mundo. La medina cuenta con tres museos de estilos diferentes que bien merecen otra visita.

El turista que necesite un poco de tranquilidad tras el bullicio de las calles de Marrakech podrá relajarse en los numerosos jardines privados y públicos que rodean la ciudad. La mayoría de los puntos de interés, en especial los situados alrededor de Djeema-el-Fna y los zocos, son muy populares entre los visitantes y sufren los problemas derivados de las aglomeraciones turísticas. Se recomienda tener precaución en estas zonas con los carteristas.

Marrakech Atracciones principales
Jemaa-el-Fna
La gran plaza de Jemaa-el-Fna es el centro de la vida de la medina tanto por el día, como por la noche. Durante el día, es un mercado y lugar de reunión con puestos en los que se venden naranjas, frutos secos y otros productos típicos. A partir de la hora del almuerzo, la plaza comienza a llenarse de artistas que comparten el espacio con los vendedores, aunque es realmente al anochecer cuando el lugar cobra vida. A las 17.00, el traqueteo de las carretas anuncia la llegada de los puestos de comida, en los que se preparan todo tipo de platos de verduras, carnes y pescados. A las 21.00, la plaza está repleta de artistas de todo tipo, desde encantadores de serpientes, cantantes y músicos hasta contadores de cuentos y acróbatas. Los faquires y los curanderos se unen al espectáculo ofreciendo pócimas curativas para cualquier dolencia o mal imaginable. El público es mayoritariamente marroquí; este no es sólo un espectáculo para turistas, sino que es una experiencia que permite ser testigo de una parte de la vida de la ciudad que ha cambiado poco desde los tiempos medievales. Se aconseja llevar monedas sueltas, ya que los artistas esperan un par de dirhams además de un aplauso. Algunos de los artistas dejan también que la audiencia participe en sus espectáculos, mientras que otros suelen posar en las fotografías (se suele pagar una pequeña cantidad por ambas cosas).

Jemaa-el-Fna está rodeada de cafeterías y restaurantes ideales para escapar del bullicio y relajarse con un té de menta, un café o un ligero almuerzo. Café Argana, Café de France y Café Glacier son tres cafeterías con mesas en la terraza y vistas maravillosas, aunque son un poco más caros que el resto de los establecimientos de este tipo de la ciudad.

Al final de Triq el Koutoubia, rue Mouassine, rue Souk Smarine o rue Riad el Kedim.
Horario: Abierta siempre pero mayor animación entre las 17.00 y las 23.00.

Jardín Majorelle y Museo de Arte Islámico

Este jardín botánico, propiedad del diseñador de moda Yves Saint Laurent, fue creado en la década de 1920 por los artistas franceses Jacques y Louis Majorelle. Rodeados de murallas, los bellos jardines, las piscinas, los cactus gigantes, los bambúes, los cocoteros y los plataneros contrastan con los tonos azules de los caminos, pabellones y muros. Sólo a Yves Saint Laurent podría ocurrírsele pintar los tiestos y las paredes con acuarelas infantiles, pero el efecto final resulta sorprendente y original. El antiguo estudio de los hermanos Majorelle es en la actualidad el Museo de Arte Islámico.

Tumbas Saudíes

Es uno de los lugares más visitados del país. Antiguamente sólo se podía llegar a ellas a través de la mezquita adyacente, por lo que se conservaron en excelente estado hasta que fueron “redescubiertas” y abiertas al público en 1917. La entrada actual está indicada y se encuentra a pocos pasos de Jemaa-el-Fna, en un estrecho callejón rodeado de tenderetes para turistas. El jardín interior está dominado por dos mausoleos independientes, con más de 100 tumbas decoradas con mosaicos esparcidas a sus alrededores. La estructura principal de las tumbas fue encargada por el sultán Ahmed El Mansour para sí mismo y para su familia y datan del siglo XVI. En total, hay unos 66 miembros de la familia real saudí enterrados aquí junto con numerosos criados y restos de tumbas más antiguas cuya identidad se ha perdido. Dentro del mausoleo, las tumbas están decoradas con gran riqueza, majestuosos techos en forma de cúpula, escayolas en forma de estalactitas, intrincados tallados y pilares de mármol. Las colas suelen ser largas a menos que la visita se realice temprano.

Palacio El Badi

Este antiguo palacio, cuyo nombre significa “el incomparable”, fue construido por el monarca saadí Ahmed Al Mansour en 1578. En su época llegó a ser uno de los palacios más bellos del mundo, con 360 habitaciones suntuosamente decoradas con mármoles, oro, marfil, ónice, madera de cedro y piedras semipreciosas. Además, contaba con un enorme patio central con estanques, fuentes y jardines a distintos niveles. En 1696, el sultán alauí Moulay Ismael trasladó la capital del país a Meknes y despojó al palacio de todos los materiales valiosos que lo decoraban, dejando sólo los muros de adobe. Poco queda por tanto de su glorioso pasado y, en la actualidad, las ruinas de las almenas rodean un amplio espacio vacío que una vez ocuparon los jardines y las estancias. La principal atracción hoy en día es la población de cigüeñas que ha ocupado los restos del edificio. No obstante, todos los veranos, el recinto del palacio vuelve a la vida durante dos semanas con el Festival Nacional de las Artes Populares. En una de las esquinas del recinto se levanta el minbar del siglo XII (cátedra) de la mezquita Koutoubia.

Mezquita Koutoubia

El minarete de la mezquita Koutoubia es la primera visión que se tiene de Marrakech al acercarse a la ciudad. Construido en el siglo XII, es el edificio más alto de la ciudad y uno de los monumentos más antiguos de la arquitectura clásica marroquí. Cada fachada y arco del minarete es diferente. Originalmente, el minarete estaba cubierto con escayola y cada nivel estaba pintado con el fin de oscurecer los intrincados tallados de la mampostería. Los intentos de restaurarlo han sido recibidos con protestas, ya que mucha gente cree que la restauración desmerecerá la belleza del edificio. El diseño del edificio puede ser apreciado en todo su esplendor desde los enormes jardines que rodean la mezquita, que también contienen los restos de un palacio almorávide y las excavaciones de una mezquita más antigua que fue demolida porque no estaba alineada correctamente con La Meca.

Zocos y Tenerías

Los principales zocos se encuentran pasado el arco situado al norte de Jemaa-el-Fna. Aunque a primera vista pueden parecer inabarcables, no resulta tan difícil guiarse por ellos. Cada sección está especializada en un tipo de artículos (chilabas, pantuflas, especias, joyería, etc.). Las lociones y pociones medicinales son muy interesantes, en especial las destinadas a mantener lejos a los jinn (espíritus), responsables de una gran cantidad de males. Incluso si no se tiene la intención de comprar, merece la pena visitar esta zona y dejarse empapar por el ambiente.

Aunque no se pueden comparar con las de Fez, las tenerías de Marrakech, con sus talleres para teñir las pieles de cuero y sus pozas enormes con tintes de colores, merecen también otra visita. Históricamente, los tintes se hacían usando materiales tan diversos como excrementos de paloma o granadas, pero en la actualidad la mayoría utilizan pigmentos químicos. Sin embargo, los procedimientos y materiales utilizados apenas han cambiado desde hace siglos. Las pieles que se tiñen pertenecen a vacas, cabras o camellos, y tras el proceso de teñido se estiran y se dejan secar. Los trabajadores de las tenerías son en su mayoría artesanos locales que venden sus artículos en los zocos de Marrakech. Cerca de Bab Debbagh hay numerosos guías no oficiales que ofrecen recorridos de 15 minutos por las tenerías a cambio de una pequeña propina.

Excursiones

Por medio día

Setti Fatma


La aldea de Setti Fatma se encuentra en un paraje de bancales cubiertos de hierba, a 60 km (40 millas) al sureste de Marrakech y al final del estrecho valle de Ourika, fuera del alcance de la mayoría de los autobuses para turistas. La aldea en sí misma no es más que un conjunto de casa de adobe, pero las siete cascadas que se precipitan desde lo alto de las escarpadas rocas hacen de este lugar un popular enclave. La primera de las cascadas es accesible a pie y es posible nadar en las congeladas aguas de la piscina natural o tomar el sol en las rocas. El acceso al resto de las cascadas es más difícil y hace falta una buena dosis de valor y buen calzado, aunque hay numerosos guías dispuestos a echar una mano. La zona cuenta además con varios restaurantes y cafeterías muy agradables. La mejor manera de llegar a Setti Fatma es en "grand taxi" desde la estación de autobuses de Marrakech.

Por un día

Essaouira


Situada a 180 km (112 millas) al oeste de Marrakech, esta localidad costera del siglo XVIII ofrece un bienvenido descanso del calor y el bullicio de la ciudad. Su historia se remonta al siglo VII, aunque fue reconstruida en el siglo XVIII siguiendo el estilo de la localidad francesa de St-Malo. Sus arenosas playas y sus casas pintadas de blanco y azul han convertido a Essaouira en un lugar muy frecuentado por los artistas, que en la actualidad forman parte importante de la comunidad. Las fortificaciones portuguesas, francesas y beréberes que se extienden a lo largo del paseo marítimo contribuyen a realzar la imagen mística de esta localidad. Orson Welles rodó algunas partes de su película Otelo (1952) en las murallas de la Skala du Port, una de estas fortalezas. Los vientos alisios del Atlántico han convertido a la ciudad en un destino muy popular para los amantes del surf. Otras actividades populares son tomar el sol y la práctica de deportes como el fútbol o el jogging. Essaouira es una de las ciudades marroquíes con un estilo más europeo y es muy popular entre los viajeros independientes y los aficionados al surf. Se puede obtener más información sobre esta localidad en la oficina turística, 10 rue de Caire (tel: (044) 783 532 ó 473 819; página web: www.mogador-essaouira.com).

La mejor manera de llegar a Essaouira desde Marrakech es en "grand taxi", que ofrece además la posibilidad de ver cabras silvestres por el camino. Los autobuses expresos de ONCF Supratours salen de la estación de trenes de Marrakech (tel: (044) 447 703/768) dos veces al día. Hay otros servicios de autocar de compañías privadas que salen todos los días desde la estación de autobuses de Marrakech.


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